10 may 2009

LA MIRADA DEL CÍCLOPE

El GRAFFITI NO ES UN ARTE, SINO UN DELITO.


A veces se producen coincidencias que resultarían curiosas o divertidas, pero protagonizadas por cierta clase de gente de ordeno y mando resultan patéticas, cuando no hipócritas.
Las pintadas callejeras, los llamados graffiti, hace tiempo que me han atraído. Además de fotográficamente, por lo que tienen de creatividad e imaginación desarrolladas en situaciones adversas de clandestinidad. (En su momento fue Dual Mural, 1985-86, y en la actualidad, aplicando retoque digital a nuevas pintadas, a los photografitti resultantes los he titulado Los muros transparentes). Por eso llama mi atención cuando leo en tres periódicos nacionales, tres, que una conocida concejala de la capital del reino y famosa consorte, pidió la colaboración de los madrileños en su cruzada contra el arte callejero y que avisen a la policía si ven a algún graffitero pintando una fachada, o sea, que se chiven, proclamando que los graffitis debían desaparecer porque en vez de arte son una lacra social, y con los seis millones de euros que gasta el ayuntamiento cada año en limpiarlos podrían hacer seis escuelas infantiles. Tan loable intención, como sospechosa sinceridad.
Y mira por dónde, el colega de hazañas bélicas de su consorte, otro de la famosa foto común y de reciente conversión, al final de su mandato como primer ministro lideró una campaña pidiendo Keep Britain Tidy, (Mantén limpio el Reino Unido), el cual con tolerancia cero frente a los graffitis y con el democrático apoyo de un centenar de parlamentarios británicos, firmó en 2006 una declaración en la que aseguraba que el graffiti no es un arte, sino un delito.
La consecuencia fue que varios conocidos escritores de graffiti acabaron en la cárcel por ese delito, más grave aún, como es sabido, que autorizar y apoyar el abundante y demoledor obsequio que cayó desde las nubes sobre gente inocente y sobre unas escuelas que, es un suponer, se podrían haber reconstruido con los dineros que la consorte de su colega, el otro de la foto, decía que el ayuntamiento dedicaba a la limpieza.

Por si no fuera suficiente, el alcalde de la concejala iba a promover una ordenanza de limpiezas anunciando multas de 6000 euros para los infractores reincidentes. Pero ocurre que este amante de la pulcritud urbana organizó, por medio de otra de sus concejalías, un concurso para Jóvenes Creadores. Y curiosamente, en su apartado de graffiti, resultó ganador de un cheque de 3400 euros con acompañamiento de diploma y apretón de manos, uno de esos delincuentes graffiteros digno de sanción al que un año antes le echaron abajo su pintura, en un muro de un terreno municipal abandonado en su barrio desde hacía años, porque este pulcro e inquieto alcalde había sido parodiado, pintado en el muro como graffitero y armado, pacíficamente, con un spray en cada mano. Era entonces, cuando el departamento de su concejala, la consorte, había subido las multas a 6000 euros. (Los premios a 3.400 €, no nos pasemos.) Dicen que el pintado alcalde estuvo torero en la gala y posó con el nuevo afamado graffitero infractor, según el cual, el alcalde “estuvo amable y divertido, se ha portado como un auténtico caballero.” Lo cortés no quita lo valiente.
En su discurso, el burlado y graffiteado corregidor dicen que dijo: “Vosotros habéis significado ese espíritu de rebeldía de la juventud que está presente hoy en la sociedad de esta ciudad.” Y en pleno despliegue de imparable locuacidad y emotiva subversión: “Os rebeláis contra aquello que conocéis, la rebelión no significa el derribo de lo establecido, (no se refería al muro derribado, no,) sino a la voluntad de mejora. El arte creador no puede ser un acto pacífico, muchas veces es un acto intelectualmente violento.” ¿Arte creador intelectualmente violento?
Este galardonado artista, (¿gallardonado, quizás?), delincuente del spray asilvestrado, que había realizado trabajos para centros culturales, ayuntamientos de la región, colegios y bares, declaraba con lógica candidez a la prensa: “¿Por qué soy un vándalo de cara al público pero cuando me contratan para hacer algo y cobro paso a ser un artista?”.

Y mientras estas divertidas y sutiles escaramuzas se producían en la capital del reino, en la otra capital del otro reino, la del colega de hazañas bélicas del consorte de la concejala, la llamada Tate Modern Gallery, que es un museo londinense, puso en agosto del pasado año su emblemática fachada industrial de ladrillo oscuro que mira al Támesis, al servicio del street art realizado por seis artistas callejeros internacionalmente reconocidos. En esta iniciativa que se llamó “Street Art at Tate Modern”, seis pinturas de 50 metros de altura cubrían la fachada de ese museo que apostaba por las nuevas técnicas artísticas urbanas y contestatarias. Y sin complejos.
Por el carácter efímero de este arte, la fachada, concluido el tiempo de exposición, recobraría su aspecto tradicional una vez fueran borradas las pinturas. (¿Habría que suponer que previo pago de la correspondiente multa?, porque no olvidemos que eso no es arte, sino delito, como dijo el colega del consorte, y no creo que aquí echaran el muro abajo para limpiar la ciudad, como hizo el alcalde de la concejala.) Por lo que se ve, del tipo de muro donde se pinte, dependerá el que sea arte o delito.
Son otros mundos, aunque con personajes similares. Allí, Banksy, enigmático y popular artista del graffiti inglés, también es buscado y perseguido por pintor delincuente, lo que no quita que en la famosa Sotheby’s por una de sus obras, la titulada Keep it spotless, se hayan pagado 1,8 millones de dólares. Que es una pasta delictiva, pero pasta.
En vez de echar muros abajo y dar premios con banal discurso de buen rollito, o como alternativa a las multas para recaudar fondos para inverosímiles buenas obras, no estaría mal que alguno/a de estos ediles de campanilla, amantes del arte limpio y la piqueta, se lo pensaran mejor. Podrían encontrar entre los escombros de sus derribos cualquier Banksy patrio que les sacara de algún apuro económico serio originado por cualquier faraónica inversión.
Llegado aquí, y aunque os parezca mentira, yo solo quería hablar de muros transparentes, que son mis recientes photograffiti, y me he quedado sin espacio. Lástima. Otra vez será.

Paco Ocaña
Marzo, 2009.


6 may 2009

DE VERDE TRIGO


Paco Ocaña, mayo 2009.
De verde trigo se muestra la primavera como heraldo del tiempo nuevo; de verde brillante casi lujurioso, esperanzadamente tonificador y vigoroso, que no da tregua al tiempo pasado y empuja enérgicamente hacia adelante. De verde trigo radicalmente inevitable y necesario, tanto como esas jóvenes espigas iluminadas que anuncian un pan futuro y llevan la promesa del mañana.

1 may 2009

ALEGORÍA DE MAYO

Al brillar un relámpago nacemos

y aún dura su fulgor cuando morimos:

tan corto es el vivir.

La gloria y el amor tras que corremos

sombras de un sueño son que perseguimos:

¡Despertar es morir!

Gustavo Adolfo Béquer

Foto Paco Ocaña 2009

RUIDOSO SILENCIO

Un ruidoso silencio me acompaña
igual que el movimiento al oleaje;
recorre mi camino en este viaje
que anuncia su frontera en tierra extraña.

Un silencio que ruge en la maraña
del ruido colosal de mi equipaje,
que celebra y festeja un homenaje
con muecas a la Parca y su patraña.

Un culpable silencio que se crece
ante la angustia ajena y no renuncia
al fatídico espejo en que se mira.

Un silencio homicida que estremece
si descubre la voz que lo denuncia
desvelando a la vida su mentira.