DEL REALISMO FICTICIO A LA FICCIÓN DE LA REALIDAD. (2)
Comentaba en la primera entrega de este texto, (Contraluz nº 27, en su anterior
formato), que desde sus comienzos, la imagen fotográfica ha sido sometida a
todo tipo de intervenciones y manipulaciones, fueran estéticas, creativas o de
corte político.
Si retrocedemos en el tiempo podemos contemplar cómo los
fotógrafos rusos, fieles al régimen estalinista, eran unos maestros en hacer
desaparecer de las fotografías oficiales a personas non gratas, (acordes con su caída en desgracia, cuando no su
desaparición física, incluso) pervirtiendo así ostensiblemente la realidad
registrada por la cámara sin que se apreciara su manipulación. Conscientes o no
de que lo que hacían era fotomontaje puro y duro, más cercano a lo chusco que a
la sutileza, sabían perfectamente los efectos que debían lograr para transmitir
su mensaje.
Fue el fotomontaje, el arte ejercitado con gran éxito también en
las dictaduras fascistas de la època (Hitler, Mussolini, Franco,) de las que existen también expresivos
ejemplos gráficos. Junto con la conocida frase goebbelsiana de que “una mentira repetida adecuadamente mil
veces se convierte en una verdad”,
se conforma el bloque visual y argumental perfecto para convertir la
realidad política y social en un gran engaño, según conviniera. A veces,
incluso, engaño convincente. O dicho de otra forma, se hacía del engaño una
nueva realidad. La adicta al régimen. Nada nuevo bajo
el sol, porque ésta idea perfectamente ejercida, disfruta hoy de gran
predicamento entre conocidos dirigentes de la farándula política, cuando
repiten hasta el aburrimiento sus grandes verdades y promesas para después
convertirlas en soberbias mentiras, sin que a nadie con una mínima vergüenza
ética se le mueva un pelo. Y sin fotomontaje ilustrativo.
Por ir a ejemplos concretos, en este campo del fotomontaje se
podrían citar algunos (Alexander
Rodchenko, El Lissizky,) perfectamente representativos. Destaco uno de
ellos, imprescindible: John Heartfield, (1891-1968). Llamado realmente Helmut Herzfeld, proviene junto con Raoul Hausmann, Hannah Höch y George Grosz del mundo dadaísta berlinés, movimiento
surgido tras la Primera Guerra
Mundial. Trabajarán, especialmente Heartfield, con la práctica del fotomontaje
y el collage como arma política y medio
artístico de expresión buscando “la
destrucción revolucionaria de la cultura burguesa”. No se trataba tanto de
buscar con esta práctica una expresión estética, sino de provocar una reacción
intelectual, cuando no social, a través de la publicación de sus imágenes en la
revista A-I-Z. Heartfield utilizará el
fotomontaje como un medio muy crítico y directo de lucha contra el auge del
nazismo y la amenaza de la guerra. Su parangón hispano lo tenemos en Josep Renau (Valencia 1907-Berlín
1982).
En el
espacio del fotomontaje, llamémosle artístico, destacaría a Jerry N. Uelsmann (Detroit, 1934).
Fotógrafo estadounidense, es conocido por sus fotomontajes de
gran imaginación y creatividad, en los que muestra unos mundos oníricos cargados
de poesía a partir de
composiciones que combinan múltiples negativos. Aporta un carácter surrealista
en sus fotografías combinando árboles, rocas, edificios, figuras humanas y
fragmentos de paisajes. Antes de entrar al laboratorio analiza con atención las
hojas de contacto de los negativos para
encontrar “yuxtaposiciones frescas e
innovadoras”.[] Su trabajo
en la cámara oscura le ha hecho utilizar en algún caso hasta doce ampliadoras para trabajar en ellas una
tras otra.
Entre
sus profesores figuran Minor White
y, años más tarde, Henry Holmes
Smith, [] reconociendo a Oscar Gustav Rejlander, citado en el
artículo anterior, como a una de sus más notables influencias.
[]También el fotomontaje ha contribuido desde sus
orígenes, a definir e integrar una parte de la Historia de la
fotografía, con una aportación singular para
descontextualizar de su entorno diversos fragmentos de realidad y formar una
nueva realidad inventada.
Lazslo Moholy-Nagy, (1895-1946), pintor y fotógrafo húngaro
instalado en Alemania, profesor de la Bauhaus, gran investigador y estudioso del medio
fotográfico, argumentaba que “el enemigo
de la fotografía es la convención. Su salvación viene del experimentador que se
atreve a llamar “fotografía” a cualquier resultado con medios fotográficos, con
cámara o sin ella”.
Si a través del fotomontaje y otros
sistemas precarios, la realidad fotográfica es alterada intencionadamente, con
una técnica prácticamente artesanal, para transmitir un mensaje visual claro y directo
que incluye connotaciones de diversa especie, (políticas, oníricas,
fantásticas, transgresoras), es evidente que con los nuevos y poderosos
procedimientos digitales se ha encontrado un nuevo mundo para mostrar y revelar.
Y ahora que la imagen puede ser manipulada electrónicamente, se
está comenzando a cuestionar ese criterio de autenticidad otorgado al medio
fotográfico, como prueba testimonial de la realidad que existe al otro lado de
la cámara. La tecnología digital despoja a la fotografía de su legado de verdad
y rompe esa conexión indisoluble hasta ahora con su referente.
Hay estudiosos que vaticinan la
muerte de la fotografía tal y como la hemos conocido hasta hoy, para dar paso a
una era post-fotográfica, donde lo real y lo irreal comienzan a mezclarse
indisolublemente abriendo insospechados caminos a la creatividad, a la
imaginación y, en definitiva, a seguir jugando entre la ficción y la realidad.
Paco Ocaña.
2009-2013.
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