11 ago 2014

OPINION.


Que un experto colega y avezado hombre de teatro como es Javier Salvo (Gabalzeka, Puntido, y más...), nos dedique su tiempo escribiendo con sensibilidad y conocimiento de causa sobre nuestro trabajo en "Bodas de sangre", obra cumbre del teatro y de Federico, es un gran estímulo como compañero de afición y trabajos escénicos, y de gran satisfacción para El Bardo y para mí, personalmente. Me permito incluir su opinión en este foro y quedo muy agradecido por su atención hacia nosotros.
La obra fue estrenada coincidiendo con el día Mundial del Teatro y, de su presentación, extraigo parte de un texto de Lorca de absoluta actualidad, hoy, en estos tiempos en que dirigentes sin escrúpulos en el desprecio a la cultura, nos retrotraen a los tiempos de Federico.

“El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso.  Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera.              

Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama “matar el tiempo”. (F.G.L.)

Gracias, Javier.

 

El Bardo por las alturas.
“Bodas de sangre” F.G. Lorca.



Los nuevos bardos viajan a la luna para traernos trocitos de espejo con vidas de otro tiempo, pasiones de siempre, reflejos de nuestro planeta dormido. Los nuevos bardos quieren que soñemos, que permanezcamos tibios entre las nubes o que nos encendamos con tragedias y salten chispas al encontrarse los cuerpos. Lorca quería así el teatro.
Los antiguos bardos transmitían historias como estas, de pueblo en pueblo, cantando o recitando leyendas. Cada cultura tenía su bardo, su juglar de lengua ágil, corazón ligero y pies veloces cuando el público no respondía a su juego verbal. Aquí tenemos un bardo de los de ahora que se lanza a las alturas para tratar de alcanzar el espíritu de un poeta que quedó prendido a un rayo de luna. Una misión imposible, más arriesgada y difícil que la aventurada conquista el espacio. Peligrosa.
El Bardo ha contado para su proyecto con buen material humano. Actrices y actores con presencia, voz, técnica adquirida en años sobre las tablas, en horas de ensayo o de escuela; pero sobre todo apasionados por el teatro y la poesía, capaces de olvidar el euro necesario para entregarse a la emoción y asumir el reto del arte: el amor por encima de todo.

"¿A que no tienes valor de hacer esto?" "¿A que no eres capaz de expresar la angustia del mar en un personaje ?" "¿A que no te atreves a contar la desesperación de los soldados enemigos de la guerra?". Exigencia y lucha, con un fondo de amor severo, templan el alma del artista” (F.G. Lorca)

Con ese valor, El Bardo se ha lanzado a presentar las “Bodas de Sangre” que nos regaló Federico. Un texto que es una bendición, una garantía a la par que una gran responsabilidad para teatreros de afición. Tengo que dar las gracias a “El Bardo”, sobre todo por eso, por arriesgar y demostrar a todos hasta dónde podemos subir los que vivimos el teatro casi como una religión, este ejército de amantes que lucha por mantener viva la esencia del teatro:

“una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre.” (F.G. Lorca)

El teatro nos hace humanos con esos materiales tan bien utilizados por El Bardo en su representación. Los Ocaña ponen música, la guitarra suena increíble, llora, se enfurece y alegra a los asistentes a esta celebración de amor y muerte. Paco maneja la imagen y la luz con maestría de fotógrafo para que las figuras y sombras del teatro adquieran vida, se muevan al ritmo de los versos de Lorca.
Todo un espectáculo al que no faltó el público.
Lleno hasta la bandera, del público que a mí me gusta. Ese que asiste al teatro como un acto social; pero no para lucir sus “pechos de seda y narices tontas”, ni para admirar o criticar al actor televisivo de moda. Me gusta el público que va al teatro a ver a su amigo, a su novia, a su primo, su compañera, haciendo cosas increíbles. Ese público que se emociona o se ríe a carcajadas que recordará esa experiencia toda su vida. Que vuelve al teatro buscando repetir ese encuentro.
Muchas gracias a la Compañía de teatro El Bardo y a todos los participantes en el espectáculo. Gracias por descubrir las potencialidades del teatro amateur navarro. Gracias también a todos los que confían y apoyan estos proyectos. Gracias por este magnífico broche a la celebración de los aficionados navarros del día mundial del teatro. Gracias y felicitaciones por emprender este viaje a las alturas. Un viaje que os deseo feliz, por los escenarios de nuestra comunidad, y más allá (el público y vosotros os lo merecéis).
Felicidades porque sobre el escenario es donde hay que demostrar valor. Hace falta que emprendamos vuelos así de altos, para poner a prueba nuestras fuerzas, para crecer, también para descubrirnos pequeñitos desde la altura.

Un abrazo.
Javier Salvo

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